“Cuando contemplamos una flor, podemos ver en ella todo el cosmos”

“Cuando contemplamos una flor, podemos ver en ella todo el cosmos”

Thich Nhat Hanh

25 de septiembre de 2011

Te invito …

Te invito a que encuentres dentro de ti un espacio y un tiempo para crear y vivir la armonía, a que explores todo un universo de posibilidades dormidas en el fondo de tu alma esperando ser alimentadas para cobrar vida.

Desde este blog te propondremos nuevas maneras de ver el mundo, una nueva comprensión de la realidad porque, no sólo necesitamos –en tiempos de crisis y ausencia de valores- nuevos horizontes, sino también otros ojos, nuevas miradas, carentes de prejuicios, de ideas preconcebidas y de estereotipos.

         Necesitamos no sólo otros paisajes y decorar otros escenarios, sino sobre todo nutrir nuestra mente y nuestro corazón para que se abran a esas nuevas dimensiones que están por venir, a esos nuevos tiempos que, entre todos, hemos de diseñar con determinación e impecabilidad.

         El blog que hoy te presento y al que, con humildad, te invito a explorar, tiene como núcleo central la búsqueda y la vivencia de la armonía, un concepto que, desde siempre, me ha atraído porque me habla de equilibrio, interconexión e interdependencia, de múltiples y variados acordes vibrando en sintonía, acoplándose y ajustándose para que suenen melodiosos; me sugiere infinidad de matices y cadencias, adecuadas proporciones, riqueza y variedad de contenidos o aspectos que se esfuerzan y compenetran para danzar al mismo ritmo, sincronicidad, el noble arte de enlazar los diversos elementos que conforman una realidad, ya sea ésta el inconmensurable cosmos externo o el inabarcable universo interior.

         Permíteme compartir contigo este sueño que pretende acercarse a una nueva manera de ser y estar en el mundo, de mirar la realidad y de tejer la inmensa trama de la vida. En definitiva, me mueve el afán de hacer de la existencia cotidiana todo un arte.

         Y todo ello porque, si miro a mi alrededor y echo un rápido vistazo a la realidad, concluyo –a tenor de estas observaciones- que nuestras existencias distan mucho de ser armónicas y de ejecutar bellas melodías: la rutina sin imaginación se impone en nuestras vidas, las dificultades continuas a las que nos vemos abocados reflejan nuestros conflictos internos, pensamos una cosa y sentimos otra, deseamos ser felices y nos empeñamos a la vez en agradar a todos, soñamos y a la vez enterramos nuestros sueños en algún desván polvoriento, nos afanamos en mantener viva la ilusión y a la vez acabamos viendo la botella medio vacía. Queremos vivir el presente mientras vivimos encadenados al pasado y nos preocupamos ante el incierto futuro. Nos gustaría caminar ligeros de equipaje, mientras guardamos en nuestra mochila traumas, rencores, frustraciones varias, un pesado fardo repleto de quejas, reproches y exigencias. Difícilmente avanzamos y caemos bajo el peso de nuestra propia impotencia. Y así andamos, queriendo que vayan de la mano cabeza, corazón y cuerpo, que ejecuten la misma danza, pero…, siempre peleados, nunca se ponen de acuerdo para dar el siguiente paso.

         Nuestras vidas y decisiones carecen de esa armonía imprescindible para ser felices. Parecemos notas discordantes en el gran concierto de la vida, instrumentos desafinados incapaces de vibrar  y sintonizar unidos en la misma melodía, cuerdas desgastadas que no ajustan convenientemente sus acordes.
        
         Es verdad que nuestra psique se ha convertido en un almacén de miedos condicionados, en un depósito que alberga y en el que apilamos constantemente recuerdos de angustias, traumas y cicatrices, que proyectamos hacia el futuro y que se convierten en los anteojos con los que pretendemos contemplar el paisaje de nuestra realidad, distorsionándolo por supuesto. También es verdad que, entre tantos vaivenes, zozobras y derivas se nos pasa el tiempo y la vida, la oportunidad de amar, crecer y aprender.

         Pero, créeme, hay una esperanza dormida en el fondo del alma, una posibilidad de recuperar la armonía perdida, la inocencia, la alegría íntima y profunda; rescatarlas de las garras del olvido y la indiferencia; podemos afinar los instrumentos desafinados, volver a pulsar sus cuerdas con la vehemencia del novato, del que se entrega por vez primera a ellas, podemos permitirnos rozarlas con los dedos del corazón para que nos insinúen sus cadencias y nos hagamos uno, vibremos, con ellas.

         Me gustaría convencerte de las bondades de esta aventura en pos de la armonía, de que te embarcaras en ella con ilusión y sin miedo, de que no te dejaras embaucar por los que opinan que no vale la pena cambiar nada, los agoreros de turno, que consideran que todo sueño es un timo y toda búsqueda de sí mismo estéril. Me gustaría convencerte de que está en nuestras manos construir un destino diferente, en lugar de sufrir como marionetas el destino escrito por otros; de que en este viaje lo importante es el camino y sus experiencias, no llegar a la meta, enriquecerse con lo que uno encuentra dentro y no con lo que le llega de fuera. Me gustaría decirte que vivir en armonía es posible, no una simple locura, no otra quimera.

         Pero, para ello, hay que abrirse al misterio de la vida, escuchar la voz del corazón, sentir el alma en nosotros y ponerla en lo que hacemos, cultivar la imaginación, zambullirse en el conocimiento de nosotros mismos, descubrir que la realidad está viva y formamos parte inseparable de ella, recuperar el sentido de lo sagrado, el respeto por la naturaleza y sus leyes, la magia de la simplicidad, la impecabilidad de la palabra, la grandeza de lo pequeño y del detalle, la hermosura de lo puro, la profundidad de la entrega y el compromiso, la sabiduría que mora en el amor y la creatividad, los dones de la integridad y la compasión. En esa apertura de mente y corazón, en ese despertar de la consciencia sumida en un espeso letargo, en ese respeto absoluto por la Vida, reside la clave para transformar nuestras existencias desafinadas, desquiciadas, caóticas en armónicas.

         Te invito a convertir tu lienzo personal y vital en una hermosa obra de arte.

         Te invito, en palabras del poeta W. Blake, a:

         “Ver un Mundo en un grano de arena,
Y un Cielo en una flor silvestre;
Tener el Infinito en la palma de tu mano
Y la Eternidad en una hora”