“Cuando contemplamos una flor, podemos ver en ella todo el cosmos”

“Cuando contemplamos una flor, podemos ver en ella todo el cosmos”

Thich Nhat Hanh

22 de octubre de 2011

El Collar de la Sabiduría

Imaginad que alguien, y por amor, nos hiciera un valioso regalo consistente en siete perlas que, en algún momento, hemos tenido en nuestras manos, hemos reconocido como valiosas, nos han iluminado con su brillo y su belleza, pero que, en otro momento, alguien nos arrebató, habiéndonos acostumbrado a su pérdida. En nuestro fuero interno sabemos que esas perlas, debidamente engarzadas, conforman un hermoso collar de sabiduría que nos garantiza la plenitud interior, la felicidad y la máxima realización de nuestro Ser.

         Corresponde a cada uno de nosotros recuperar esas piedras preciosas y entrelazarlas en nuestros comportamientos cotidianos para confeccionar una joya exquisita que nos permita empezar a disfrutar desde el primer instante de una vida más plena; nos corresponde, pues, incorporar a nuestro equipaje vital nuevas actitudes y valores, estas auténticas perlas de sabiduría:

         1.- RESPONSABILIDAD.- A veces se nos olvida o se nos hace cuesta arriba asumir las riendas de nuestra vida. Es más fácil y cómodo dejar que otros decidan por nosotros, así tendremos a quién echarle la culpa de nuestros errores o fracasos. Sigue siendo más fácil dejar que otros piensen por nosotros, no tener criterio propio, renunciar a nuestra libertad por miedo a equivocarnos, hacer concesiones o depositar en riendas ajenas nuestro rumbo y nuestro destino vital. Es importante aceptar que sólo la responsabilidad bien entendida nos hace auténticamente libres, entender que somos los únicos artífices de nuestra vida y que, aunque muchos se empeñen en decir que andamos equivocados por seguir nuestro propio camino, es necesario asumir el desafío. La libertad de ser uno mismo está comprometida con la responsabilidad; una y otra se dan la mano permitiéndonos así avanzar. Darse permiso para elegir, tomar decisiones valientes y consecuentes con las directrices que marca nuestro corazón, disfrutar de los logros y aprender de los errores, ésa es la noble tarea a que nos insta la vida.

        
         2.- CORAJE (DETERMINACIÓN Y PERSEVERANCIA).- Coraje en el sentido de valor, de determinación, de voluntad decidida de seguir luchando pese a la adversidad, los obstáculos o los contratiempos. Y de la mano de ese coraje, la esperanza. Para ello, convendría dejar de ver los problemas como peligros o amenazas y empezar a percibirlos como oportunidades que nos brinda la vida para dar lo mejor de nosotros mismos, poner pasión y  alma en lo que hacemos o movilizar nuestros recursos internos para mejor sortear las dificultades. La vida exige coraje, determinación y valentía, pero también mucha constancia, paciencia y perseverancia para que las semillas den su fruto y fecunden nuestra vida. Cuando de verdad deseamos algo y ponemos nuestra mejor intención, volcamos el corazón, nos entregamos con pasión y empeñamos nuestro tiempo y energía en su consecución, “el Universo entero conspira para que se haga realidad”.

         3.- IMPECABILIDAD Y HONESTIDAD.- Podría parecer que, en la sociedad que vivimos, no es un valor en alza, más bien es un valor en desuso, anticuado, más propio de épocas antiguas y libros de caballerías. Sin embargo, hay que reivindicarlo porque ser auténtico e íntegro, impecable u honesto es un signo de salud mental, de equilibrio interior, de plenitud vital. Estas cualidades nos hacen mejores y garantizan esa armonía tan necesaria para que los vaivenes de la vida no nos zarandeen ni derriben nuestros sueños. La impecabilidad conduce a la vida porque implica aceptación incondicional de uno mismo, de nuestras ideas, emociones y necesidades. Todo lo que nace del rechazo de uno mismo conduce a la muerte de nuestro Ser que no puede manifestarse ni expresarse en libertad. Permitirse ser honesto en los comportamientos, impecable con las palabras, íntegro moralmente, tener principios significa dejar espacio para que el verdadero Ser se realice.

         4.- SENCILLEZ.- Simplificar la vida, todo un reto. Pensamos equivocadamente que llevar vidas plenas significa llenarlas de cosas u ocupar nuestro tiempo con ingentes tareas. Hemos tergiversado la palabra plenitud, confundido el ser con el tener, y, llevados por la inercia social, seguimos acumulando cosas superfluas y complicándonos la vida, amontonando problemas y creando necesidades ficticias. Simplificar nuestras vidas implica desprenderse de lo que nos estorba, soltar todo lo que lastra nuestras alas, romper cadenas mentales, miedos, culpas y fracasos, viejos resentimientos o añejas heridas que nos atan al pasado. Para ser feliz no necesitamos tanto equipaje ni hacen falta aparatos sofisticados ni alta tecnología, tan sólo capacidad y voluntad de disfrutar de las pequeñas cosas, de saborear cada instante, de percibir los mil retazos de felicidad que ya nos acompañan. Simplificar la vida supone hacer más cómoda nuestra existencia.

         5.- HUMILDAD.- Si fuéramos capaces de cultivar esta perla veríamos hasta qué punto nos podría cambiar la vida. A veces, cuanto más importantes nos creemos y más instalados estamos en la vanidad o la arrogancia, más sufrimiento generamos y menos felices somos. Humildad no significa menospreciarse o rebajarse, ni falsa modestia, ni pensar que los demás son mejores, sino ser capaces de entendernos y aceptarnos a pesar de nuestras debilidades y flaquezas. Ser consciente de nuestras limitaciones o de nuestros errores es lo que nos hace grandes. Por el contrario, es la arrogancia lo que nos empequeñece porque nace del rechazo de uno mismo y de la necesidad de ocultar o disfrazar lo que no nos gusta. Acercarse a los demás con humildad significa reconocer que cada uno de nosotros lucha con sus propios fantasmas y miserias y actúa lo mejor que sabe o puede.

         6.- GENEROSIDAD.- Compartir lo que uno tiene, hacer partícipes a los demás de nuestros dones o experiencia, regalar tiempo, abrazos o sonrisas, extraer de la vida el jugo necesario para que haya para todos, dar sin esperar, son actitudes beneficiosas que nos enriquecen interiormente. La verdadera generosidad implica no aferrarse a nuestras posesiones ni a los bienes materiales o psicológicos que poseamos, ni a los dones o ganancias espirituales que disfrutemos; se trata, más bien, de administrar y compartir debidamente lo que la Vida nos ha otorgado, los regalos que, sin duda, nos ha ofrecido, con la conciencia última de que nada nos pertenece. Cuanta más generosidad despleguemos, más felices seremos y más en armonía viviremos.

         7.- GRATITUD.- Quizá una de mis perlas preferidas. No hay mayor fuente de plenitud que el agradecimiento, que tomar consciencia de cuanto somos y cuanto tenemos, de las múltiples bendiciones que la Vida ha derramado sobre nuestros corazones o de las experiencias que nos ha deparado. Es verdad que, en ocasiones, andamos preocupados por otras cuestiones y pasan desapercibidas todas las ocasiones, personas o momentos significativos que han podido cambiar el rumbo de nuestras vidas. Vale la pena ejercitar la gratitud, agradecer que estamos vivos, que tenemos salud y amigos, que podemos ver otro atardecer, sentir la brisa u oler el cielo, soñar horizontes o caminar descalzos. Cualquier momento es bueno para cultivar esta hermosa perla que nos llenará de satisfacción vital y mejorará nuestro estado subjetivo de felicidad.

         Espero que estas siete perlas de sabiduría vital te sirvan para trenzar tu propio collar e iluminar, con su brillo, tu camino.